Zein tuvo el día más perezoso de su vida hasta ahora.
Pasó todo el día siendo mimado con un festín y chocolate caliente, pasó la tarde haciendo un desastre en la cama, cenó rápidamente y volvió al desorden. Pensando solo en el calor del hombre en sus brazos.
Y se despertó con ese calor, brazos alrededor de su cintura y cabello platinado desparramado sobre su hombro. Y aun después de abrir los ojos, simplemente se quedó en la cama, acariciando distraídamente la cabeza del esper mientras digería la dicha recién descubierta de despertar dándose cuenta de que no estaba solo.
No pensó en su ejercicio ni en su trabajo aunque era lunes de un nuevo mes y debería haber una reunión ejecutiva por la tarde. Realmente no pensó en nada, solo disfrutaba la forma en que dormía sin pesadillas y se despertaba sin sentir el corazón constreñido y pesado.
Y se sintió bien.