Era diferente.
En el momento en que los labios de Zein lo tocaron, Bassena pudo sentir que era diferente. Más que la habitual muestra de lujuria y vacilación, había otro tipo de deseo contenido en ese beso.
Aquellos labios temblaban, apenas perceptiblemente, al igual que las manos que sostenían su rostro. Bassena no tenía idea de cuánto tiempo estuvieron sus labios unidos. Se sintió largo y corto al mismo tiempo, por extraño que parezca. Fue suficientemente largo para que terminaran en la cama, con los labios aún entrelazados, y suficientemente corto como para que sintieran un pinchazo de pérdida cuando se separaron.
Cuando Zein se alejó, los ojos azules estaban llenos de tanta complejidad. Ese miedo habitual, la rara muestra de vulnerabilidad, pero también afecto, adoración y algo que Bassena siempre había deseado poder ver; certeza.