—¿¡Qué?! —Bassena estaba a punto de explotar de nuevo, pero Zein le lanzó una botella.
—No te pongas espinoso —Zein dio una rara sonrisa y se sentó en el sofá en lugar de volver a su escritorio—. No estamos realmente seguros de si el que está detrás de Víbora Dorada sabía sobre los ojos azules. Pero sabemos que hay alguien que definitivamente lo sabía.
—El remanente del Templario —Bassena se mordió la mejilla para evitar que saliera un gemido.
—Sí —Zein desenroscó la tapa de la botella y se bebió el contenido de un trago, antes de continuar—. La gente a la que Radia dijo seguir al policía no había conseguido nada aparte de la casa del hombre y sus hábitos cotidianos. Aparte de cartas sospechosas que llegaban cada tres días, no había nada que nos llevara a la base de esta gente. Simplemente parecía un esper de estrella baja normal que trabajaba como agente de la ley.
—¿Qué hay de esas cartas sospechosas? —preguntó Bassena.