—¿No te parece extraño? —Zein frunció el ceño al salir del coche—. Compras algo de mí para dármelo... a mí...
Zein había argumentado que Bassena debería haberle dicho simplemente que reservara una parte del aetherite para él, y solo pagar por el servicio del artesano y el encantador. Pero el esper se rio de eso y argumentó en respuesta.
—Entonces no sería un regalo —dijo Bassena—. Especialmente con lo que pasó esta semana, quiero darte algo de protección.
—Entonces debería pagarlo yo mismo.
Bassena se giró para mirar al guía, dándole al hombre una sonrisa de exasperación —Te dije que quiero regalarte un presente. ¿Puedes dejar que un hombre haga su cortejo?
Zein... no tenía argumentos contra eso.