—Alejandro —llamó ella con su voz suave y tímida mientras extendía la mano, echando de menos el calor de su cuerpo junto al suyo.
—Yo... yo dormiré en la otra habitación. Te he conseguido ropa nueva para que te cambies —respondió él, tratando de mantener su voz estable.
Rain tragó saliva con dificultad al ver la atractiva figura que estaba de pie frente a ella, con los botones de su camisa abiertos revelando su pecho musculoso. Luego frunció levemente el ceño al darse cuenta de que sus pensamientos se desviaban de nuevo y se sentó en la cama. —¿Cuántas horas faltan para que pase el efecto de la droga? —preguntó con un tono de voz teñido de ansiedad.
Alejandro miró su reloj de pulsera. —Dos horas más —dijo en voz baja.