La cara de Rain se torció ligeramente por la sorpresa. Había pensado que él la estaba ayudando por buena voluntad, pero parecía que solo estaba pendiente de ella.
—¿Qué quieres a cambio? —preguntó con total seriedad, antes de dar un sorbo a la limonada fresca que él le había entregado.
—Hmm… De momento no se me ocurre nada, pero definitivamente te pediré un favor cuando llegue el momento —respondió él, hurgando en su propio plato junto a ella—. ¿Quieres un poco de pan tostado?
Él estaba a punto de levantarse antes de que ella lo detuviera.
—Está bien. Solo come. Yo misma lo conseguiré —insistió—. ¿Quieres uno?
—Sí, el pan está en el armario de allá —indicó él. Luego le lanzó una mirada y añadió con hesitación:
— ¿Puedes alcanzarlo?
—¡Claro que puedo! ¡No soy pequeña! —espetó ella—. Es solo que tú eres demasiado alto.