Como Alejandro había predicho, William llegó temprano en la mañana.
—¿Qué te pasó? ¿Lloraste toda la noche? —preguntó Padre Roca cuando William se unió a ellos para el desayuno.
—Sí —respondió William con franqueza—. ¡Y es por tu culpa, papá! ¿Cómo pudiste no decirme a mí y a Alejandro sobre tu tumor cerebral?
Rain tragó duro, sorprendida por la directez de William. Sabía que él era directo, pero escucharlo decirlo así todavía la sorprendió. En ese momento, William se acercó a Padre Roca y lo abrazó con fuerza, lágrimas corriendo por su rostro.
—¿Cómo pudiste soportar esto solo? Tienes dos hijos que se preocupan por ti, ¡y sin embargo, quisiste que el Tío Ben cargara con todo! —La voz de William estaba ahogada por los sollozos.
Padre Roca miró a Alejandro, y fue entonces cuando Rain notó las lágrimas de su esposo cayendo silenciosamente por sus mejillas.