En la Residencia Meyer
Alyssa estaba en su estudio, arreglando cuidadosamente sus últimas esculturas, cuando su teléfono vibró. Dudo, mordiéndose el labio inferior. Carla había estado llamando todos los días, y Alyssa no podía evitar sentirse culpable por no haber respondido antes. Las constantes lágrimas y arrepentimientos de Carla por haber terminado con Alejandro la pesaban, y estaba claro que le costaba seguir adelante.
Después de unos cuantos timbrazos más, Alyssa suspiró profundamente y decidió contestar.
—Volveré el próximo sábado, y esta vez es para quedarme —dijo Carla sin preámbulos.
El rostro de Alyssa se iluminó al responder, —¡Qué bien! —Realmente extrañaba a Carla. A pesar de la distancia, había hecho viajes anuales al País Lamey para visitarla. Sin hermanas propias, Carla se había convertido en una para ella. Alyssa la admiraba profundamente, viéndola como un ejemplo a seguir durante su infancia.