Rain sentía curiosidad por saber a dónde la llevaba Enrique pero no hizo preguntas. Cuando él detuvo el auto frente a un pequeño restaurante cerca del mercado húmedo, salió y ella lo siguió.
Estaba claro que estaban demasiado elegantes para el lugar. Los clientes—principalmente trabajadores del mercado y conductores—se detuvieron a mirarlos mientras entraban y se sentaban. Pero después de un momento, todos continuaron con sus comidas.
—El cerdo estofado es bueno aquí. ¿Quieres probar? —preguntó Enrique.
—Claro —respondió ella. El pequeño restaurante le recordaba a los lugares a los que solía ir frecuentemente con Sanya durante sus días de escuela secundaria. Suspiró, sintiendo un vacío en su corazón al pensar en Sanya. Extrañaba a su amiga, y hasta ahora, Sanya no se había puesto en contacto con ella.
Enrique llamó a la mujer mayor que dirigía el lugar y hizo su pedido, sacando a Rain de su trance momentáneo.