Emily no era una de esas personas que habían crecido sin afecto. Más bien lo contrario. A pesar de haberse criado con un solo padre, nunca se había sentido estafada en cuanto a la satisfacción de sus necesidades emocionales. Su mamá era una de esas personas que daba afecto libremente.
Desde abrazos hasta besos, cumplidos, todas esas cosas buenas que un niño necesita para nutrirse emocionalmente. Emily las había obtenido desde la infancia, y aún como adulta su mamá seguía colmándola de amor. Así que los abrazos no eran nada nuevo para ella. Había sido abrazada muchas veces en su vida.
Pero nunca había sido abrazada por Derek Haven antes. Emily había sido su asistente personal durante dos años y, de alguna manera, nunca había surgido un abrazo. Claro, había visto cómo él abrazaba a muchas personas. El clásico apretón de manos que se transforma en un breve abrazo era bastante común a la hora de celebrar la firma de contratos.