A lo largo de los años, Derek había oído a muchas personas decir que habían perdido la noción del tiempo. Para él, esa afirmación nunca había sonado verdadera. ¿Cómo podía alguien perder de vista algo que siempre estaba allí, marcado por cada latido que su cuerpo emitía?
Para él, prestar atención al tiempo le venía tan fácil como respirar, una costumbre adquirida de años de no hacer nada en la noche, salvo mirar cómo los minutos pasaban, dando paso a las horas hasta que los números finalmente señalaban el comienzo de un nuevo día.
Pero ahora finalmente comprendió lo que querían decir.
No sabía cuánto tiempo había estado allí parado viendo la lluvia. Cuando finalmente se movió, fue con la lentitud de una vieja máquina que vuelve a la vida. Engranajes grindr uno contra otro mientras volvían a funcionar. Fue solo después de parpadear varias veces que finalmente se dio cuenta de que todavía sostenía su carta de renuncia.
Parpadeó al mirar el papel, luchando por procesarlo.