Una de las cosas que a Derek le encantaba más de tener dinero, era la capacidad de comprar lo que quería, cuando quería. Eso era una verdad que estaba dispuesto a admitir. No era uno de esos consentidos podridos que actuaban como si tener dinero fuera una carga.
El dinero era una herramienta, una herramienta muy beneficiosa siempre que supieras cómo gastarla. Y tal como Derek Haven sabía cómo hacer dinero, también sabía cómo gastarlo.
Así que, temprano y brillante, ese lunes por la mañana después de recordarse a sí mismo la lección que su padre le había enseñado hace muchos años… Derek gastó dinero. Una cantidad ínfima, insignificante por lo que a él respecta. Sin preocuparse en lo absoluto, a Derek no le importó reservar un vuelo de corto aviso de regreso al pequeño pueblo del que recientemente había venido. Estaba programado para despegar el viernes.