—¡Ems! —gritó ella, envolviéndola en un abrazo. Todo el esfuerzo que Emily había hecho para asegurarse de no dejar caer nada en la puerta fue de repente un esfuerzo desperdiciado. Soltó sus bolsas y cayeron sobre la alfombra. Pero en ese momento no le importaba. Todo lo que importaba era que estaba en casa. Y no solo estaba en casa, estaba con su mamá, y su mamá la estaba abrazando. Emily devolvió el abrazo, aferrándose tan fuerte a su madre como su madre a ella. Riendo libremente, las dos saltaban en su lugar. Y luego se separaron, se miraron y sonrieron.
Luego fueron a darse otro abrazo. El proceso se repitió varias veces más. Si alguien hubiera entrado y las viera, probablemente pensarían que hacía años que no se veían, dado cómo estaban actuando.
Pero a Emily no le importaba, ver a su mamá de nuevo, poder sostenerla, abrazarla, era una oportunidad demasiado importante como para arruinarla pensando en lo que otras personas pensarían al verlas.
