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LA CIUDAD DE LAS NUEVAS LINTERNAS.
Lilian permanecía distraída al día siguiente en el trabajo. No dejaba de pensar en la propuesta de Lucien. ¿Realmente sería tan malo si le diera la receta y la planta? Una voz susurraba que entregar el conocimiento de la planta sería desastroso. Pero si no lo hacía, su vida aquí terminaría. Había construido su vida aquí con esfuerzo, realmente no quería que terminara. Tampoco quería ir a prisión.
Estaba tan absorta en sus pensamientos que no se percató de Alessandro frente a ella.
Fue cuando él chasqueó los dedos que ella salió de su ensimismamiento.
—¿Sí, dijiste algo? —le preguntó a él.
Él se inclinó para mirarle la cara, —Bebé, ¿estás segura de que estás bien? —le preguntó.
—Estoy bien, solo me siento cansada y estresada.
—Bueno, casi es hora de cerrar, vámonos —le dijo él.
Ella empacó sus cosas y salieron de la oficina juntos.
Lo siguió hasta el garaje.
—¿Dónde está Giovanni? —preguntó ella.