—Y luego ni siquiera notaste cómo me sentía y fuiste tras de mí cuando dejé la mesa —se quejó Jayden.
—Lo siento de verdad —dijo él.
—También la ayudaste a llevar sus cosas adentro y parecías muy feliz de hacerlo —se quejó Jayden.
—Una vez más, lo siento. ¿Hay algo más que haya hecho sin darme cuenta? —preguntó.
—No puedo pensar en nada más —dijo Jayden con un ceño fruncido adorable.
Lavanda le sonrió y se inclinó para besarlo de nuevo. Esta vez el beso fue intenso, Jayden agarró su cintura y Lavanda agarró fuertemente el pelo de Jayden mientras se besaban apasionadamente.
Jayden rompió a regañadientes el beso para mirar a Lavanda.
—Lavanda, estamos en la vigilancia. No podemos hacer esto aquí —dijo con voz ronca por la lujuria.
—Pero te deseo —se quejó Lavanda.
—Vamos, Der —Jayden suplicó mientras intentaba detener las manos errantes de Lavanda.