Xiu Wanxue corrió hacia el oeste arrastrando a los tres hombres consigo. Su cuerpo era extremadamente pequeño comparado con sus cuerpos adultos, pero parecía tener una fuerza increíble que una niña de su edad no debería haber tenido.
—Hey, hey, ¿nos puedes decir qué está pasando ahora? —La maléfica cara de Shao Yao estaba un poco pálida. Sus pupilas verticales rojas estaban bien abiertas, e intentaba mirar a su alrededor.
La velocidad de ella era increíblemente rápida, más rápida que la del animal más veloz de este continente, lo que le hizo sentirse atado de lengua.
Xiu Wanxue no le respondió pero aumentó su velocidad. Su cara estaba pálida porque usaba una velocidad que su cuerpo actual y su fuerza no podían soportar. Aún así, sus instintos de supervivencia y la confianza que venía del fondo de su corazón la empujaban a superar su límite. Confía en esa voz, y hasta ella misma se sorprendía de creerlo.