El carruaje salió del Castillo Van Doren justo antes del mediodía, rumbo al norte hacia el dominio de la familia real. El ritmo constante de los cascos de los cuatro caballos negros resonaba a través del bosque, creando una cadencia reconfortante. Con Barnby guiando el carruaje, Hadeon y Mallory se acomodaron en sus asientos en el interior, el denso dosel de árboles proyectando sombras irregulares.
Al notar la carta en la mano de Hadeon, Mallory preguntó con curiosidad:
—¿Es esa la carta que te enviaron?
—Es del mismo lugar, pero no está dirigida a mí. Es para el hombre muerto que ya no puede hablar —respondió Hadeon, girando la carta en su mano con una sonrisa sutil—. Para el cambiante.
—¿Crees que el rey fue quien ordenó matar primero a mi madre y luego a mí? —Las cejas de Mallory se alzaron, una mezcla de shock y contemplación cruzando su rostro al imaginar la consternación que esta revelación traería a la gente.