Cualquiera que tomara las palabras de Aldric a la ligera debía ser un tonto, especialmente con esa mirada traviesa en sus ojos, razón por la cual Islinda entró en pánico cuando sintió ese hormigueo recorrerla, una señal inequívoca de que se había utilizado magia.
—¿Q-qué? —Se quedó confundida y ansiosa, lo que aumentó cuando Rosalind y otros Fae dieron un respingo, llevándose las manos a la boca.
La ansiedad de Islinda creció y se volvió hacia Aurelia, sabiendo que la Fae mayor y amigable no le ocultaría secretos y le diría lo que Aldric le había hecho. Pero la mandíbula de la mujer estaba abierta y tenía una expresión de sorpresa que la hizo fruncir el ceño.
Seguramente, ese Fae demoníaco no le había hecho crecer un cuerno o algo por el estilo, ¿verdad? Islinda se rió nerviosamente, mentalmente. Pero la alegría desapareció cuando se dio cuenta.
Ay no, no lo hizo.