Aldric miró a la pequeña humana desplomada en sus brazos con emociones encontradas. No debería sentir nada por ella, pero la mirada suplicante que le había dado antes lo "casi" había conmovido. Casi, siendo la palabra.
Para ser honesto, ella le gustaba. Era la primera persona que lo trataba como a una persona. Como si importara y fuera capaz de ser amado, hasta que descubrió lo que él era. Si solo no se hubiera enamorado de su hermano Valerie y condenado su destino, entonces él la habría dejado ir.
Matar a su molesta familia fue su regalo para ella. Los humanos creían en la ley del karma, pero Aldric creía que era una excusa patética para no tomar la ley en sus propias manos. Él no estaba construido de esa manera y lo que cualquiera le hiciera, él se aseguraba de devolver el trato diez veces.