—La gravedad de la situación cayó sobre Islinda mientras miraba sus manos ensangrentadas. La oleada de adrenalina y la necesidad de sobrevivir se habían disipado, dejándola sola para enfrentar las consecuencias del asesinato.
—¿Qué iba a hacer?
—Incluso si explicaba a los aldeanos que Remy había atacado e intentado matarla —seguramente podrían ver las marcas de manos alrededor de su cuello—, no solo había apuñalado a Remy una vez sino varias veces. Podrían haberlo visto como un asesinato accidental y que lo había hecho para sobrevivir, pero cualquiera que viera la escena en ese momento podría decir que ella tenía la intención de matar a Remy. Su hermanastra. ¿Qué otro motivo necesitaría para matarla?
—¡No! —Islinda sacudió la cabeza negando—. Era una buena persona. Nunca lastimaría ni a una mosca, incluso los aldeanos lo sabían. Islinda no tenía idea de qué la había poseído, pero suponía que finalmente había estallado después de años de abuso en manos de Remy —la difunta Remy.