—¿Dónde está ella? —exigió Aldric desde la mesa de la cena, su mirada se posó en la Fae que regresó sola.
La mirada nerviosa de Marimar se desvió por toda la sala, buscando desesperadamente a otra Fae para tomar su lugar. Había estado encantada cuando el Príncipe Aldric la ascendió al puesto de Aurelia, pero ahora se sentía atrapada en una situación precaria. Temía perder un miembro o peor, su cabeza, todo gracias a la Dama Islinda.
Tragando el nudo en su garganta, Marimar respondió:
—Mi príncipe, la Dama Islinda ha expresado su deseo de no unirse