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Hipócrita.
Islinda se dio cuenta de que eso era lo que era mientras permanecía rígida en su asiento. Siempre había defendido el bien y creído en la honestidad. Y sin embargo, la mera idea de que este Fae revelara su crimen la enfermaba del estómago.
Ella giró su mirada suplicante hacia Aldric. —¿Por qué estaba haciendo esto? Si él quería que ella suplicara de rodillas, lo haría. Pero, ¿por qué hacerlo público? Claro, que Aurelia resultara herida era parcialmente su culpa, pero eso recaía en Rosalind. Este asunto debería resolverse entre las dos, no ante el público.
Aldric no dejó de decepcionar.
Ignoró su súplica, sus oscuros ojos brillando con maliciosa anticipación. Él también estaba ansioso por ver cómo se desarrollaría esto. Islinda se mordió los labios tan fuerte que no le sorprendería si saboreaba sangre. Miró su cruel rostro y su corazón se rompió en un millón de pedazos.