Rosalind parpadeó confundida al ver a la prometida de Isaac. ¿Qué hacía ella allí? Sin embargo, se tensó al ver al gato Wrry desaparecido en sus brazos y lo acarició con una expresión inescrutable. Rosalind también se percató del medallón y su agarre en el cuchillo se apretó, emanando de ella un aura letal. El Fae debía saber lo que estaba pasando y debía morir.
—¿Disculpa por interrumpirte o lo que sea que estuvieras haciendo? —preguntó Maxi, la prometida de Isaac, sin un ápice de sospecha en sus ojos, lo que dejó a Rosalind un poco confundida. Tal vez, estaba pensando demasiado y el Fae había llegado aquí por error.
Sí, llegado aquí por error con tanto el gato como el Gato Wrry. Rosalind le resultaba difícil de creer; era una situación delicada. Se relajó un poco, pero no bajó la guardia.
—Estaba disfrutando del aire nocturno cuando me topé con este tierno y adorable gato, ¿por casualidad sabes a quién pertenece? —preguntó la prometida de Isaac.