Eli estalló en carcajadas, que era la reacción que menos esperaba Islinda de él después de haberle anunciado que necesitaba su ayuda.
—¿Qué tiene de gracioso? —preguntó ella.
—Me pareció extraño que pusieras tanto esfuerzo en arreglarte. Ahora sé por qué —la miró fijamente Eli.
—Sí que me esfuerzo mucho en arreglarme —colocó una mano en su pecho Islinda, fingiendo sorpresa.
—Sí, lo haces. No puedo negar ese hecho. Sin embargo, hoy es diferente y obviamente, pretendes seducirme —dijo Eli, relajándose en su asiento después de haber descubierto su plan, y estaba divertido.
Islinda abrió la boca para negarlo pero las palabras la abandonaron y se rindió con un suspiro. Sin embargo, levantó la ceja —¿Está funcionando, aunque sea?
—¿Qué está funcionando? —Él mantuvo su expresión seria, fingiendo no tener idea de lo que estaba hablando.
Bien, dos pueden jugar a este juego.