—¡No! —La negativa salió de sus labios y las cejas de Eli se levantaron por la sorpresa.
—¿No? —Él alzó una ceja hacia ella y suspiró—. Pensé que estabas desesperada por ayudar a Isaac, pero parece que no es suficiente.
Soltó su barbilla y puso cara de puchero, su mano en su pecho —Eso duele. Ni siquiera te importó saber de qué trataba el trato.
No, no caigas en sus trucos, Islinda se obligó a sí misma a no dejarse afectar por su disgusto. Quedaba solo un día y finalmente sería libre. Su partida no puede verse obstaculizada por algún trato descuidado hecho a último momento. Sin embargo, Eli tenía razón, ni siquiera había escuchado los detalles del trato antes de rechazarlo. Quería ayudar a Isaac y aún así no le había dado una oportunidad real.
Islinda gimió por dentro, rogando a los dioses que no se arrepintiera de esto al final. Rodó los ojos —Bien, dime el trato.