—Princesa Islinda, ¿estás bien? —preguntó el dueño del puesto, interrumpiendo su tren de pensamientos y una cruda realidad se posó sobre ella. Estaba deseando a Eli. Claro, siempre se había sentido atraída por su atractivo, pero nunca fue algo tan intenso.
La forma en que Eli la miraba de vuelta le daba pistas de que él tenía una idea de sus pensamientos lujuriosos también y ella se giró hacia otro lado, sonrojándose intensamente. Los dioses la ayuden porque no tenía idea de cómo sobrevivir esta noche estando tan excitada.
Islinda no quería acostarse con Eli porque sentía que estaría dando una parte de sí misma a alguien que no lo merecía. Claro, Eli era lindo, leal, considerado y dulce, pero él era solo una parte del príncipe oscuro que no quería dejar salir. Pronto Aldric tomaría el control y no le sorprendería si él usaba eso en su contra.