—Supongo que él no se unirá a mí, otra vez —dijo Islinda con un poco de irritación en su voz en cuanto entró al extravagante comedor y vio el asiento vacío de Aldric.
Habían pasado tres días desde que Aldric no se había unido a ella ni para el desayuno, almuerzo o cena. Aunque al principio fue un alivio tener privacidad y estar libre de su presencia dominante, pronto se volvió aburrido. Islinda se dio cuenta un poco tarde de que Aldric añadía un poco de picante a su vida. Tal vez, no sería tan obvio si estuviera en el reino humano donde tenía muchas cosas que hacer, mucha gente con quien estar y muchos lugares para visitar.
—Lo siento, mi señora, pero él tampoco desea unirse a usted hoy. Me temo que es solo usted, otra vez —Aurelia respondió educadamente.
¿Bueno, a ver a quién le importa?