—Bueno, hola. ¿Qué tenemos aquí? —Aldric parpadeó sorprendido al despertar con Islinda en sus brazos.
Levantó la cabeza para verificar si la demarcación que ella había establecido seguía en pie porque no recordaba haberla invitado a su lado de la cama, antes de que ella se despertara y lo acusara de lo que no había hecho.
Aunque sí hizo algo.
Aldric finalmente recordó haberla acercado a su lado, pero lo hizo con sueño en los ojos. En una palabra, no había estado pensando claramente y era bueno saber que Islinda era complaciente y que él no tendría que cargar solo con la culpa.
Islinda estaba acurrucada junto a él con ambos acostados cara a cara y sus brazos estaban inertes. Aldric no era de abrazar, al menos durante años desde... olvídalo.
La humana estaba acostada sobre su brazo mientras el otro la rodeaba por la cintura. En una palabra, eso le ayudaba a recordar por qué odiaba este tipo de intimidad. ¿Quién sufriría intencionalmente así y cómo llegaron a este punto?