—El plan no está funcionando —dijo Islinda inmediatamente al entrar, cerrando la puerta detrás de sí. Rosalind ya había dicho que sus conversaciones eran seguras aquí, así que no temía expresarse.
—Apenas si te mira. A este ritmo, podría envejecer cincuenta años antes de que Aldric te mire de esa manera y puedas distraerlo mientras yo escapo exitosamente —se quejó, cruzando los brazos sobre su pecho y golpeteando el suelo con los pies por la inquietud.
Rosalind se mordió los labios, mirando hacia otro lado e Islinda sabía que había sido dura con ella. Pero esa era la verdad y a veces duele. Bueno, ¿de quién era la culpa de que Aldric no la mirara? Una pequeña voz en su cabeza le causó culpa que le roía el pecho.
—No te preocupes, estoy segura de que con el tiempo, Aldric se dará cuenta de tu valor para él y al final te amará —la consoló.
—Gracias —Rosalind le dio una pequeña sonrisa y ella le devolvió el gesto cálido.