—Buenos días —dijo ella.
—Días.
Esa fue la única conversación que Islinda tuvo con Aldric mientras se acomodaba para desayunar. No es que hubiera mucho de qué hablar con el príncipe oscuro revisando un pergamino en una mano y bebiendo vino con la otra.
Si había algo que Islinda había aprendido sobre Aldric, era que era alcohólico, aunque no mostrara signos de estar intoxicado. Para Aldric, tanto daba tragarse agua gracias a su increíble gen Fae, ¡ella no estaba nada celosa!
Además de eso, había una tensión sutil en el aire y era resultado de la reveladora conversación que tuvo con él la noche anterior. Al príncipe oscuro no le importaba ella, en cambio estaba consumido por el deseo de sentarse en el trono de Astaria. Para él, ella no era más que un boleto para asegurar el título que reclamaba le fue robado. Así que se mantendría fuera de su camino y tramaría en silencio una forma de salir de aquí - de su control.