—Ugh… —Islinda murmuró, revolviéndose somnolienta en su sueño. Pero se contrajo de dolor en cuanto abrió los ojos, notando que la luz del sol en su habitación era demasiado fuerte para su gusto.
Gimió mientras estiraba su cuerpo. Tenía un fuerte dolor de cabeza y su garganta estaba seca. En una palabra, se sentía miserable.
—Agua… —suplicó con un gemido, abriendo lentamente los ojos para adaptarse a la luz del sol.
—Aquí —alguien dijo, llevando el vaso a sus labios y ella tuvo que levantar un poco la cabeza para beber agua sin siquiera mirar a su ayudante. Probablemente era Aurelia, la Fae la consentía mucho.
—Gracias —Islinda dijo una vez que se sació, girándose hacia el otro lado y abrazando su almohada porque quería dormir más. Estaba tan cansada y le dolía todo el cuerpo.
—De nada, querida —la voz respondió e Islinda habría ignorado eso si no fuera porque no sonaba como Aurelia y solo había una persona que tenía ese tono burlón.