De regreso en el palacio, Valerie estaba despierto en su estudio, incapaz de dormir. Desde aquel baile, no había podido relajarse, los recuerdos de Islinda se repetían una y otra vez en su mente sin parar. Había entrado en pánico y negado su relación frente a sus padres y todo el reino.
Pero, ¿qué podía hacer? Todo lo había tomado por sorpresa. Ese bastardo de Aldric lo había puesto intencionalmente en el centro de atención y él no pudo hacer nada. Incluso ahora que lo pensaba, su puño se cerraba en ira solo para relajarse cuando el rostro de Islinda aparecía en su mente.
La extrañaba. Valerie ansiaba tanto por ella que no podía respirar. Se preguntaba cómo estaría bajo el cuidado de Aldric. Su bastardo hermano debió haberla lastimado ya, Valerie cerró los ojos y se estremeció al recordar a Aldric observándola.