Como dos personas sorprendidas en medio de un delito, sus cabezas se giraron hacia la puerta, sobresaltadas.
Sin embargo, lo que sucedió después dejó en shock a Islinda, porque antes de que el intruso pudiera entrar, Aldric ya estaba de pie en el extremo opuesto de la habitación y ella ni siquiera lo vio moverse.
—Mi señora —oh, mi príncipe —resultó que la intrusa era Aurelia y se sorprendió al ver a Aldric en su habitación.
Pero eso no fue el final, porque con Aurelia estaba Rosalind y otra Fae cuyo nombre Islinda no se había molestado en conocer. Ellas también se sorprendieron al ver a Aldric a solas en la habitación con ella e Islinda observó como la mirada de Rosalind evaluaba la situación con sospecha.
No podía culpar a las Hadas de todos modos, si hubiera sido ella, habría pensado lo mismo. Aunque no vieron a Aldric en la cama con ella, la tensión sexual en el aire era densa e Islinda aún trataba de recomponerse.