Zhao Yiling luchó por suprimir la emoción en su corazón e intentó hablar en un tono lo más tranquilo posible:
—Es Li Hanjiang.
Sus ojos centelleaban con luz.
No esperaba que Li Hanjiang tomara la iniciativa de invitarla a salir, especialmente porque después de esa noche, ella y Li Hanjiang ya no tuvieron más interacciones.
Además, ella y Li Hanjiang no habían intercambiado números de teléfono.
Ahora, con Li Hanjiang tomando la iniciativa de acercarse a ella, sus intenciones eran bastante claras.
El hombre más respetado en Ciudad Capital se estaba poniendo en contacto con ella, y Zhao Yiling sentía que su corazón ya no le pertenecía.
Li Ruyu no podía dejar de sonreír:
—Entonces, ¿qué dijo el señor Li?
Sabía que el encanto de su hija era irresistible. Mirando en toda la Ciudad Capital, ¿quién podría superar la excelencia de su propia hija?
Zhao Yiling tomó una respiración profunda, sus mejillas silenciosamente teñidas de dos manchas de rojo:
