Alan lamió sensualmente la manzana de Adán de Erik y después, con los labios aún sobre la piel de Erik, se desplazó hacia la base de su cuello donde sabía que estaba el lugar favorito de Erik, y lo mordió con la fuerza exacta para darle el máximo placer.
Las rodillas de Erik se flexionaron ante la intensa sensación de placer que acababa de experimentar y mientras Alan lo sujetaba fuertemente contra su cuerpo, le susurró al oído —Te recordaré esa promesa, cariño.
Axel terminó por tocar la puerta y les dijo sacudiendo la cabeza sin poder hacer nada —Si ya terminaron, ¡vamos!
Alan besó la frente de Erik una última vez y le dijo algo que solía susurrarle al oído cuando estaba dormido —Te amo.
Aunque Erik se sorprendió por esta repentina confesión, le respondió fervientemente —Yo también te amo mi amor... ten cuidado, si algo te pasa...