Kevin también podía ver el sudor que perlaba en su frente, lo que indicaba que ya llevaba bastante tiempo entrenando.
Luego se quitó la vaina con sus dos espadas cortas y las guardó de nuevo en su bolsa mágica, que puso en su bolsillo, luego le dio a Axel una sonrisa cómplice y sacó sus dagas para ir a encontrarse con su nuevo recluta.
Por su experiencia, podía ver que esta joven tenía carácter, lo notaba en sus movimientos precisos y en su mirada decidida, si quería que ella lo respetara y lo escuchara, solo dando una buena lección desde el inicio ganaría su confianza.
Kevin se puso la capucha en la cabeza y avanzó hacia ella como un depredador hacia su presa lanzando una de sus dagas hacia ella para probar sus reflejos.
Había apuntado a su hombro izquierdo porque era más probable que detuviera su daga si apuntaba a un lugar sensible, todos los luchadores aprendían rápidamente que esa era una de las partes del cuerpo que siempre debían proteger porque estaba cerca del corazón.