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Una vez que la puerta se cerró, esa espeluznante sonrisa no duró mucho en el rostro de Erik, casi inmediatamente sintió esta enorme presión que le hacía sentir como si no solo su cuerpo pesara una tonelada sino que estaba siendo aplastado por una fuerza desconocida.
Se sentía realmente débil en esta sala y no le gustaba para nada esta sensación, apenas podía mantenerse de pie, sus rodillas temblaban por el esfuerzo que tenía que hacer para poder sostenerse, pero se obligó a hacer lo que Kevin le había dicho que hiciera.
E incluso mover un pie detrás del otro era realmente difícil, lo más frustrante era que Axel podía moverse libremente y entrenar casi con normalidad mientras él luchaba solo para dar unos pasos.
No olvidó lo que Kevin le había dicho y pensó en Alan, no le importaba tener que pasar por todas esas pruebas, incluso estaría dispuesto a ir al infierno por él.
