—Kevin de repente dejó de besarlo y le susurró al oído —Sé lo que quieres, cielo, déjame cambiar de posición... Quiero que me tomes así también.
—Axel, sorprendido por las palabras de Kevin, dejó de penetrarlo, pero permaneció profundamente dentro de él.
Lo miró a los ojos para ver si hablaba en serio y Kevin le repitió impacientemente —¡Muévete! ¡Deja que cambie mi posición!
—Axel finalmente retiró su erección y lo dejó ir, curioso por ver cómo Kevin planeaba ofrecerse a él.
Y cuando lo vio ponerse a cuatro patas frente a él, dándole una vista perfecta de su ano que estaba completamente abierto listo para recibirlo una vez más, su sangre se aceleró por sus venas y su corazón latía con emoción.
No perdió tiempo y volvió a introducir su erección y comenzó sus movimientos de vaivén asegurándose de siempre tocar el punto que más placer le daba a su hombre.