LUO YAN estaba mirando la foto en su teléfono. Era la foto del dibujo que recogió antes. Tomó una foto antes de devolvérselo a Yu Jiao. En realidad fue un poco gracioso cuando se lo devolvió antes.
—¡Yu Jiao, espera! —Luo Yan llamó a la chica que parecía estar siendo perseguida por un asesino con un hacha o algo así—. ¡Dejaste caer algo! Eso pareció hacerla detenerse.
Luo Yan aprovechó ese momento para alcanzarla. Sonrió y le entregó el papel con el dibujo de la espada —Aquí tienes.
Cuando vio el papel, pareció congelarse visualmente. Como si todo su cuerpo se volviera rígido y tenso. Tomó el papel –no, arrebató sería probablemente el término mejor– con una mano temblorosa —¿D-diste una mirada dentro?
—Sí. Era una espada muy bonita. Muy detallada —elogió Luo Yan, sin molestarse en mentir sobre eso—. Definitivamente tienes talento para dibujar.
La vio mirar hacia abajo, morderse los labios y agarrar con fuerza el papel donde estaba dibujada la espada —No la dibujé yo.