—Sí, señorita —ellos hicieron eco unísono entendiendo lo que ella quería decir y la atmósfera alrededor del aula se suavizó, tornándose cálida y amistosa.
—Ya, ya, iré al baño a orinar antes de volver —ella susurró suavemente junto a su oído antes de levantarse de su asiento, pero Ya Ya también se levantó mientras salían del aula hacia el pasillo.
En el pasillo, todos esos estudiantes que caminaban tranquilamente se dispersaron asustados en diferentes direcciones y otros volvieron corriendo a sus aulas cerrando las puertas.
—¿Acaso mi cabeza se ha transformado en una cabeza de monstruo? ¿O qué tipo de ojos crees que ves en mis cuencas oculares? ¿Soy tan aterradora? —se volteó y enfrentó a Ya Ya—. No entiendo por qué huyen como si hubieran visto a un monstruo devorador. No voy a hacerles nada...