—Mnnh... —Huo Qi solo pudo murmurar y esperar que su perspectiva cambiara algún día cuando se convirtiera en padre. Huo Qi se rió suavemente al imaginarse cambiándole el pañal a un bebé y eso con pedazos de pañuelos de papel en la nariz mientras lo hacía a distancia con solo las manos estiradas y la boca torcida.
—¿De qué te ríes? ¿Qué tiene de gracioso? —¡Él no dijo nada gracioso como para hacer reír a alguien! ¿Estos eran todos niños inocentes y traumatizados cuyas cicatrices no desaparecerían pronto y él se estaba riendo?
—Maestro, ¿te gustan los niños? —Huo Qi tenía curiosidad y en su mente, se moría por saber la respuesta e instintivamente su boca pronunció lo que pensaba.
—¡No! —No lo pensó dos veces antes de responder mientras negaba con la cabeza suavemente, nunca había sido fanático de los bebés y no tenía planes de tenerlos.