—Maestro Huo, ella es
Antes de que Huo Zheng pudiera terminar su frase, la voz severa de Huo Shen resonó del otro lado:
—¡Dale ese teléfono móvil! No me hagas repetir eso por tercera vez...
Como el teléfono móvil estaba en altavoz, Su Wei Wei le hizo señas para que le diera el teléfono móvil, lo cual él hizo de inmediato.
No podía ponerlo en una situación difícil, todavía estaban cuidando sus brazos y piernas heridos aunque no hubieran sido cortados, pero se habían agotado luchando contra esos seres humanos inhumanos.
—¿Por qué estás regañando? —La voz suave y coqueta de Su Wei Wei respondió mientras intentaba regular su voz y sonar normal aunque fuera un poco extraño.
—Wei Wei... ¿Has estado durmiendo? —Huo Shen se tranquilizó de inmediato como un león que había sido domesticado. Estaba listo para volverse salvaje y entrar en un frenesí si no escuchaba esa voz.