—Huo Shi, ¿por qué tienes tanta prisa? Ese Centro de Prisión Máxima no se va a mover ¿verdad? ¡Cálmate al menos! —Huo Yan sentía que su hermana estaba llevándolo al extremo al ordenarle así a su madre. Su actitud era impropia y muy grosera.
—¡Qué sabrás tú! Deja de hacerme preguntas, si ella baja y tú no has terminado, te dejaré aquí... —Bufó fríamente, encontrando a su hermano un estorbo y juzgando sus acciones todo el tiempo como si fuera un santo. ¿Acaso él pensaba que el mundo giraba a su alrededor solo porque era un chico?
Huo Yan notó ese destello de disgusto brillando en sus agudos ojos. ¿Desde cuándo su hermana se había vuelto tan calculadora? ¿Qué había hecho él para que ella lo detestara tanto? ¿Qué tramaba? No recordaba haber hecho nada para recibir esa actitud de ella.
Perdió todo el apetito, se levantó y caminó hacia la puerta, se puso los zapatos y se dirigió al estacionamiento.