Ella parpadeó dulcemente y de forma adorable, los dos guardias que se habían levantado no sabían si debían reírse de su dulce gesto o temer por su encanto inocente.
—Está bien, lo haremos Señora... —Lo levantaron del suelo y se alejaron dejándola con la Niñera Wei.
Ella canalizó sus poderes mágicos de sanación en su torrente sanguíneo aliviando su dolor y curando sus coágulos de sangre, no pasó mucho tiempo y la Niñera Wei finalmente abrió los ojos.
—Wei Wei... —Musitó roncamente mientras estiraba débilmente su mano, pero Su Wei Wei se apresuró a sostenerla.
—Niñera Wei, no tienes que preocuparte por nada más. Solo duerme y descansa más, entonces podrás recuperarte pronto. —Susurró suavemente mientras besaba su mejilla. Su Wei Wei se llevaba bien con la Niñera Wei y se sentía indescriptiblemente tierna hacia ella.