—Lo siento, señorita, pero tendré que escoltarla de vuelta tal como está ya que no escuchó lo que le estaba diciendo... No es mi culpa sino la suya —se dirigió fuera de la mansión antes de ir al estacionamiento y colocarla en el asiento trasero del coche.
Antes de que pudiera ajustarle el cinturón, ella estiró la mano y abrió la puerta del otro lado del coche para salir, pero un guardia ya estaba de pie en ese lado, la empujó de vuelta adentro antes de sacar unas esposas y esposarla a la barra de metal que sostiene el reposacabezas.
Intentó alejarse, pero el metal era más fuerte que ella y sentía dolor en las muñecas.
—Esto es acoso, ¿Huo Shen sabe que me estás haciendo esto? ¿Cómo puedes tratarme así? —sus ojos se llenaron de lágrimas mientras los guardias traían su maleta y todas sus cosas y las guardaban en el maletero del coche.