Las personas que le estrechaban la mano no podían dejar de cantar y alabarla por su amabilidad y rasgos accesibles. Si hubiera sido otras personas, ni siquiera podrían acercarse a esos comunes, pero Su Wei Wei sabía mejor que estos comunes eran la única razón por la que ella podía tener ese tipo de lujo.
De una forma u otra, contribuyeron de muchas maneras a que ella tuviera esta vida lujosa, y pensó en formas de devolver algo de bondad a la sociedad. Todos eran importantes y cada vida importaba.
—¡Gracias por su bondad, Diosa!
—¡Gracias Diosa por tus misericordias hacia nosotros...!
—¡Gracias por tus bendiciones, Diosa!