—Sí —respondió Yuan Xin con un asentimiento tranquilo—. Queremos asegurar que su estancia aquí sea lo más cómoda posible. Su comida será preparada de acuerdo con cualquier restricción dietética o preferencia que puedan tener.
Los soldados intercambiaron miradas.
Este nivel de hospitalidad era inaudito en el mundo apocalíptico.
La mayoría de las bases que visitaban apenas tenían suficiente comida para alimentar a sus residentes, y mucho menos para acomodar a los huéspedes con comidas personalizadas.
—No tengo alergias —dijo Liu Feng—. Solo algo sustancioso y llenador será suficiente.
Los demás siguieron rápidamente el ejemplo, cada uno expresando sus preferencias.
Yuan Xin las anotó cuidadosamente, asegurándose de atender cualquier solicitud.
—Gracias, caballeros. Les traeré sus comidas en breve —con eso, Yuan Xin les hizo una reverencia cortés y los dejó a solas.
Después de que Yuan Xin se fue, los soldados se tomaron unos momentos para absorber su entorno.