—Yep, nada peligroso por aquí —dijo él, completamente imperturbable por el caos que acababa de causar. Su tono era demasiado casual para alguien que simplemente la había tratado como un juguete.
Su Jiyai juraría que vio estrellas flotando en su visión. —¿Puedes por favor... simplemente bajarme! —pensó, con su pelo erizándose de frustración.
Pero Chuan Wang le dio una última sacudida, no muy suave.
—Solo una más por seguridad —dijo con una sonrisa.
Al sacudirla otra vez, la pata de Su Jiyai por fin le golpeó cuadrado en la cara, no por malicia sino por pura desorientación.
—¡Uf! —Chuan Wang retrocedió, parpadeando sorprendido.
—¡Miau! —bufó Su Jiyai, con su pata todavía parada en el aire. Era claro que no había tenido la intención de golpearlo, pero la expresión de confusión en su rostro era demasiado buena.
Chuan Wang se rió, frotándose la mejilla. —Okay, okay, tienes garras. ¡No hay necesidad de demostrarlo!