—Buenas noches, Capitán Liu Feng y distinguidos invitados. Lamento no poder recibirlos en persona—. La voz parecía venir de todas partes y de ninguna a la vez, transmitida a través de altavoces ocultos alrededor de la habitación.
Liu Feng se sentó más recto, frunciendo el ceño.
La voz era mecánica, lo que le dificultaba comprender quién era la otra persona.
Pero según la información que había recopilado, el dueño de la base era una mujer.
—Mi nombre es Jefe Su, la que supervisa esta base y sus operaciones. Me temo que no puedo revelar mi rostro, mi género o incluso mi verdadera identidad por razones de seguridad. Como pueden imaginar, el mundo en el que vivimos ahora está lleno de peligros, y mi posición me pone en una situación bastante precaria—. La explicación fue fluida, casi ensayada. La decepción inicial de Liu Feng por no encontrarse con Su Jiyai en persona se transformó en comprensión.