Giró su mirada hacia Fu Jui, quien la había estado observando pacientemente desde que llegó a su oficina. Era impresionante que fuera tan humilde, tranquilo y bien portado, siendo tan pequeño. Los niños de su edad usualmente eran revoltosos y saltarines.
—Hola Fu Jui, hemos hablado por teléfono anteriormente, creo que me recuerdas —dijo ella con una suave y deslumbrante sonrisa en su rostro al niño.
Sin embargo, su respuesta la descolocó un poco y le provocó risa.
—Hola jefa —respondió Fu Jui con voz infantil. De cerca, ella podía oír el ligero ceceo que tenía.
En todos los sentidos, el pequeño Fu Jui era muy adorable. Desde su apariencia hasta sus modales, el niño no dejaba de sacarle una sonrisa a quien lo veía.
—¿Por qué me llamas jefa? —le preguntó ella.
—Porque así te llaman estos tíos —respondió él sin dudarlo.
Chi Lian asintió y aplaudió su lógica. La mejor manera de ganarse a alguien era imitar los modales de las personas que lo rodean.
